Alguien me dijo una vez, que para no ser nadie en la vida, tenía que ser trabajador y constante.
-¿Quién me puede enseñar a ser trabajador? -me pregunté
-Las abejas -me respondí- las abejas es lo más trabajador que conozco.
Así que las visite, pero sólo pude entender su zumbido.
-¿Quién me puede enseñar a ser constante? -me pregunté
-La mar -me respondí- la mar es lo más constante que conozco.
Así que visite la mar, pero sólo pude entender sus olas.
Entonces volví hasta donde había partido, y Alguien me preguntó que había aprendido.
-Aprendí el sonido -respondí- el sonido es lo que aprendí.
Sigo el camino de la música y la palabra.