No sabré esperarte con un rosa en la plaza de tus sueños, y esperar tu retraso elegante.
No sabré llevarte a los cafés del centro, ni a los bares del cerro. Me costará ser agradable y romántico, asertivo y simpático. No sabré como tener algo de ti más allá de ser-sólo-amigos.
No sabré golpear la puerta de tu casa a las tres en punto. Menos sabré como pasar mas allá de tu puerta.
No sabré el sabor de tu boca, aunque podría dibujarla con mis manos. No sabré el calor de tu abrazo, aunque lo espere mas que cualquiera.
¿Quién dijo que los ignorantes son felices?
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