lunes, agosto 15

Futurografía

Mañana bailaré con las últimas gotas de lluvia. Intentaré una revolución mundial. Cambiaré el rumbo de mi vida cada vez que pueda. Conoceré buenos amigos y les amaré, tanto como a los que ya tengo. Plantaré mas árboles que rosas. Me enamoraré nuevamente de una mujer que no ame. Amaré a muchas mujeres, pero a una por sobre todas. Siempre hay tantas posibilidades y el futuro es uno solo. Escribiré algún libro, volveré a jugar ajedrez. Seré abuelo antes de casarme. Saldré a navegar sólo para naufragar. Cantaré en algún escenario, y en alguna cama. Aprenderé a que mi mano dibuje en las paredes, y llenaré de mis mascotas a Valparaíso. Seré odiado en las esquinas. Me mentirán los mentirosos. Conservaré mi buena fe. Tendré incontables caminos, pero no podré tomar mas que uno. Cuando me cueste moverme, le pediré permiso en las calles a los chiquilines. Fumaré marihuana para volar un par de cuadras. Jugaré a la pelota con los cabros, con empeño y poca gracia. Compondré canciones como pájaros. Volaré como pez en el agua. Nadaré, cuando aprenda. Me reconciliaré con el sindicato de la ruedas. Moriré acribillado en Centroamérica, o más probablemente de diabetes en un hospital olvidado. Acepto este destino de soledad acompañada. Recordaré el amor cada vez que llueva. Tomaré café en las mañanas, cuando tenga. Preferiré los otoños a los veranos. Soñaré con ser nube, sin atreverme a la transformación. Tendré un empleo formal-fome alguna vez. Me avergonzaré de lo que hoy escribo.
De aquí en adelante todo lo que me suceda será el fruto de mis pensamientos actuales.

sábado, agosto 13

Caminante

Girar la botella y seguir el camino.  Pero después de tantas noches de copas, nos quedamos con muchas botellas para girar. Y se abren caminos de la nada, de los árboles, de la acera, del agua, de la tarde. Son miles de caminos, todos hermosos y magnéticos, todos eternos y mágicos.
Y bueno, si llegué hasta acá, fue siguiendo un sendero, tomando atajos, caminando por la orilla a veces. Pero ahora, con tanto tiempo de mi mano, y un abanico de futuros mejores, quisiera seguirlos todos a la vez. Transgredir esta física práctica de mierda, desdoblarme el cuerpo y el alma, y volar por muchas partes robando sonrisas, versos y corazones.
Pero no se puede (aún), entonces me conformo con mi temporalidad de un sólo cuerpo, y entonces elegir.
Y elijo andar, porque caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Marino

Unos labios como ostras que dejan entrever una perla rosada cuando sonríen. 
Y yo, buzo de vez en cuando, me arriesgo y me sumerjo. 
Bajo el mar es todo delicia, cada movimiento lleno de reflejos azules y morados, se siente una presión de medusas, y flotamos dentro de una gran burbuja de almíbar marino. 
De pronto, me falta el aire, mi boca no se ha despegado de la búsqueda del tesoro. Podría morir en este instante, y sería maravilloso. O podrían aparecerme agallas para resistir eterno e inmortal aquí abajo. 
Una corriente cálida me abraza y me expulsa a la superficie. Una ola me mece hasta la playa de arena suave, y me tiendo a descansar. 
Pero no hay ostra que resista fuera del agua, ahora es una sirena, que me devuelve la vida con un soplo de mar. Escamas moradas me hacen soñar, la plenitud del océano se hace mujer, y no me queda otro camino que navegar.
Así, tomo timón y remo, levanto mi vela al aire, y afronto el vendaval. 
No hay horas de navegación que te aseguren, siempre está el riesgo de naufragar. Pero no temo, es más: ese vértigo brutal de lanzarme cubierta abajo y ser devorado por alguna boca de mar, me llama y me ancla al deseo, como canto de libertad. 
Al fin salvo, tomo otro rumbo y llego al ancho río que baja desde esa boca. Remonto rocas y escollos, bajo por un cuello dulce y descanso sobre las dos colinas que escoltan el camino. No tomaré siesta, tengo que completar el rumbo.
Desciendo conquistando lugares, armando una geografía sobre su cuerpo. Desenterrando tesoros, enterrando secretos, navego hasta las confines de su torso. Encallo cerca de la desembocadura, donde se confunde el dulce y el salado. Me detengo a besar el delta, buscando una península segura. Quizás descubra el secreto de esa agua profunda.